Hoy miraba a mi hija mientras jugaba. Cada cosa nueva que descubría, la miraba, probaba, y mostraba alegría al controlarla, la hacía suya y mostraba su alegría.
Los niños buscan nuevas experiencias. Sienten curiosidad por descubrir. Viven el cambio e incluso lo provocan.
Me pregunto, ¿en qué momento perdemos esto? ¿en qué momento perdemos nuestra curiosidad? ¿cuándo dejamos de disfrutar el cambio? ¿cuándo lo que de pequeños vemos un reto empieza a transformarse en miedo?
He tenido la fortuna de haber sido seleccionado para dirigir la apertura de varios proyectos empresariales y gestionar el cambio de otras. Es algo que me ha encantado y me ha hecho sentir afortunado (espero no perder este sentido infantil nunca).
Me he visto como un bicho raro, ya que cuando todo empezaba a funcionar con normalidad, a rodar bien, a tomar inercia, yo tenía necesidad de abandonar el barco. Necesitaba nuevos retos. Sentía que perdía la ilusión, me acomodaba y me aburría (aunque esto último suene mal).
Por contra de lo que piensa la gran mayoría, no me gusta la zona de confort, la noto aburrida. Me ilusiona vivir el cambio. Todo cambio conlleva un nuevo reto, una nueva ilusión.
Detrás de todo cambio hay un nuevo aprendizaje, una nueva oportunidad de enriquecernos como persona. Una nueva oportunidad de crecer.
Os invito no sólo a vivir el cambio sin temor, no sólo a vivirlo con ilusión. Os invito a provocar el cambio, porque eso os hará sentiros más felices. Si provocas el cambio, no hayarás un premio mayor.
¡¡¡PROVOCA EL CAMBIO!!! ¡¡¡VIVE EL CAMBIO!!!